HE VUELTO A MI BLOG MÁS PERSONAL.
Hacía mucho que no escribía en este blog y, como ya no quiero que la primera entrada que te encuentres hable más de algo mío personal que de otras cosas, voy a cambiarlo.
Ha pasado una pandemia global entre la yo que escribió y la que ahora vuelve a los blogs. Vuelvo por aquí porque, hoy por hoy, estoy en el paro y tengo más tiempo para escribir. A ver si al final esto de no currar no es tan malo una vez he superado la gran injusticia y el surrealismo de mi pérdida de trabajo.
Pues sí, en mi mejor época y en mi mejor instituto, a la "interina forever" la han echado por "cagarla" de nuevo con la documentación, a mis 53 tacos. Hay que joderse. En mi trabajo funcionarial nunca importará cómo lo haga, ni los resultados que obtenga, ni mi dedicación. Para un sistema de mierda, siempre y únicamente importarán los papeles de mierda.
Así que hoy, mejor, hablemos precisamente de la Orientación, de cómo es en este bendito país y de las cosillas que le hacen especial y "raruna". Porque a las orientadoras nos hacen examinamos como profes de secundaria, pero podemos atender también a bebés. El criterio de asignarte algo tan importante como el tipo de trabajo y con qué edades lo desarrollarás forma parte de ese sistema de mierda al que me refería antes y no a nuestra experiencia profesional precisamente. Somos tan "rara avis" como poco exigentes y conformistas, aunque ya se van oyendo a alguna asociación que otra que pide cambios. Esperemos que algún día esta profesión se dignifique y se defina un poco, al menos en Madrid, donde es un puto caos.
Este artículo lo escribí para buscar que me dieran una colaboración en un nuevo periódico. La verdad es que me gustaría escribir sobre este tema fascinante que tiene una oportunidad de ponerse en el foco. porque es ahora cuando, tras la pandemia, se pone "de moda" la salud mental, en especial, la infantojuvenil. Con varios años de retraso reconocerán una especialidad psiquiátrica para ellos. Sí, no la había. Ahora, con el altísimo número de adolescentes con trastornos y un nivel insoportable de suicidios de menores de 25 años, la psiquiatría va a necesitar más que nunca que se ponga orden en nuestras trincheras.
ORIENTACIÓN, LA TRINCHERA DE LA SALUD MENTAL
Maricruz,
la madre de Sonia, una alumna de grado medio de Formación Profesional entró a
mi departamento llorando y gritando que no se había hecho nada por su hija.
Había ingresado muy grave en el hospital Gregorio Marañón de Madrid tras un
intento de suicidio. Tiene 17 años y muchos informes psicológicos en el archivo
de la secretaría del instituto. De niña fue diagnosticada de TDA-H en
Primaria y luego de un trastorno de conducta en Secundaria. La habían visto
cuatro orientadoras en el cole y dos en el instituto y tenía una cita
de Salud Mental para dentro de tres meses. Sonia no pudo esperar.
He
trabajado como orientadora en la comunidad de Madrid y esta escena es bastante
habitual. El pasado curso escolar la dirección de mi centro me pidió
conocer cuál era el número de chicas y de chicos adolescentes que había
derivado a los servicios de Salud Mental. Fueron 21, un 5% de los 600
alumnos y alumnas de ESO, Bachillerato y FP del instituto. Este porcentaje es
similar al del resto de los institutos de Madrid. Los datos servirán para
detectar las necesidades de derivación a los servicios de salud de los centros
educativos dentro del IV Plan de Infancia y Adolescencia
2020-2023 del
ayuntamiento madrileño.
Pero
la derivación les garantiza que sean tratados a tiempo, como le ocurrió a
Sonia.
La
orientación educativa es el primer eslabón de la cadena de atención de la Salud
Mental. En ella comienza la carrera de fondo que recorren miles de familias que
piden ayuda porque su hija o su hijo tiene problemas psicológicos y educativos.
Es el primer recurso, una trinchera donde se previene cómo actuar y donde
se detectan de forma temprana los síntomas del trastorno mental.
Los
menores pasan más de 30 horas a la semana en centros educativos y es allí
aparecen las primeras señales de alarma. Entre los perfiles educativos, el
de orientación educativa es el único que asegura la preparación adecuada
para realizar esta labor preventiva. Sin embargo, no tenemos suficiente
visibilidad, la sociedad no conoce nuestro trabajo y también ignora cómo
funcionamos.
En
España, cada autonomía tiene su modelo de orientación educativa. En la comunidad de Madrid, en Infantil
y Primaria se encargan de ella los Equipos de atención temprana y los de
Orientación Psicopedagógica generales.
Para la atención a los menores con déficits visuales, auditivos, motóricos o
con Trastornos del Espectro Autista TEA están los equipos específicos. Todos
son equipos interdisciplinares formados por diferentes profesionales, entre
ellos los de orientación, que trabajan desde una sede central y no están en
cada colegio. Acuden a los colegios según las demandas, una o dos veces a
la semana, incluso cada quince días, dependiendo del tamaño del centro, del
número de profesionales del equipo y de la zona de actuación. Algunas de las
zonas establecidas en Madrid pueden demandar más atención, especialmente si en
ellas hay mucha población en riesgo de exclusión.
Es
lo que ocurre, por poner un ejemplo, en la zona de La Cañada Real, en la
comunidad de Madrid, un poblado tristemente famoso porque sus habitantes llevan
ya un año entero sin acceso a la luz eléctrica.
Este
asentamiento alegal que creció desmesuradamente desde los años 60, abarca una
extensión de más de 15 km y pasa por Vallecas, Vicálvaro, Rivas-Vaciamadrid y
Coslada. De sus 8.500 habitantes, 2.500 son menores y sus necesidades
psicoeducativas son enormes.
Varios
equipos de atención temprana, generales e institutos atienden a los menores en
esta amplísima zona del este de Madrid, pero los recursos son claramente
insuficientes, ya que en su radio de acción hay ciudades de más de 50.000 habitantes,
como Coslada (81.860) y Rivas-Vaciamadrid (84.893), junto con muchos pueblos
más. Lo mismo sucede en zonas del sur, el oeste y del norte de la comunidad de
Madrid.
Con
el número de profesionales de orientación actuales es imposible atender
adecuadamente a las necesidades de la población infantil de la comunidad.
Los
estudios demuestran que la prevención temprana de los trastornos mentales y de
las dificultades de aprendizaje es la más importante. Uno de cada 10 menores la
necesitan, pero estas necesidades no se cubren en absoluto. Esto no pasa
solamente en Madrid, sino también en todo el territorio nacional.
Necesitamos
una mayor presencia de la orientación en los servicios educativos y
sociales, especialmente en Infantil y Primaria, donde la Psicología y la
Orientación debería jugar un papel esencial.
El
lío al que se enfrentan las familias de los menores que precisan una primera
atención psicológica y sanitaria es monumental y depende de las peculiaridades
de cada autonomía. PATDI, la plataforma por la atención
temprana y los Derechos de la Infancia con Diversidad Funcional de Madrid, lleva tiempo reivindicando que desde
el Sistema Nacional de Salud se establezcan unos mínimos para coordinar esta atención.
En Madrid hay 1.660 niños y niñas en lista de espera para acceder a una plaza
de atención temprana que pueden ser de hasta 4 años. Muchos más ni siquiera
pueden pedir la cita porque no han sido todavía valorados por el Centro
Regional de Valoración (CRECOVI), que tiene de media 8 meses de retraso para
ese trámite. Las familias, desesperadas, no saben dónde llamar, a quién
reclamar ni qué hacer. Muchas no pueden pagar un tratamiento privado, cuyo
coste es de media 70 euros por hora.
La
orientación educativa encuentra en la coordinación con los servicios sanitarios
un primer bache para derivarles al alumnado. Las familias de los menores entre
6 y 15 años deben pedir cita a su pediatra y conseguir que éste les derive a
Salud Mental. Las citas se alargan en el tiempo y a veces el proceso es
demasiado largo para la urgencia del problema. Deberían establecerse unos
protocolos eficaces y rápidos de coordinación entre educación y los servicios
de salud que garantizase que desde los servicios de orientación se ha detectado
un problema lo suficientemente serio como para que se le de prioridad, pero
esto no puede suceder porque no hay profesionales suficientes en la salud
mental para atender las demanda. Hay chavalas como Sonia que no pueden esperar.
Por
otro lado, si las orientadoras y los orientadores formáramos parte del día a
día de los colegios de Infantil y Primaria, se podrían atender a muchos más
escolares, algo que en España solamente sucede en el País Vasco, Navarra,
Asturias, Melilla, Ceuta y Castilla-La Mancha.
La
situación es diferente en Secundaria, donde se trabaja dentro los centros, en
departamentos de orientación. Pero no dedicamos todas nuestras horas a la
atención de casos individuales ni mucho menos, ya que desempeñamos otras muchas
tareas (horas de docencia, reuniones con profesorado, tutores y familias,
desarrollo e impartición de programas, talleres, charlas, etc…).
Según
un informe de COPOE (Confederación de
Psicopedagogía y Orientación en España) en nuestro país hay de media un/a profesional de
orientación por cada 800 estudiantes, llegando en algunos casos a 1000, cuando
la UNESCO recomienda que haya un orientador/a por cada 250 alumnos,
Este
curso en Madrid, debido a la pandemia, muchos institutos disponen de un/a
profesional más a media jornada, pero sigue siendo insuficiente. En los centros
de Formación Profesional las labores de orientación las tiene que realizar el
profesorado de FOL (módulo de Formación y Orientación laboral), pero es un
perfil más docente que orientador, no teniendo una formación
específica para atender los problemas del alumnado. La demanda de atención
en FP es incluso es mayor que en las etapas de ESO y Bachillerato, ya que
muchas veces esos chicos y chicas han tenido dificultades de aprendizaje en los
cursos anteriores y han ido acumulando muchos problemas psicológicos. Al igual
que sucede en las etapas educativas tempranas, en la FP se echa de menos la
presencia de un/una profesional de orientación en cada centro. Por eso no
pudimos atender mejor a Sonia.
Además,
no solamente somos una figura clave para detectar problemas. Cumplimos una
labor de atención psicológica específica en el ámbito educativo y somos unas
figuras de referencia para los alumnos/as. A veces nos convertimos en las
únicas personas en las que pueden confiar, en las únicas personas de su entorno
cercano con las que pueden hablar de lo que les preocupa, de aquellas
cuestiones de las que nunca hablan con nadie, ni siquiera con sus amigos o sus
familias. Si no tenemos tiempo para atenderles adecuadamente, no podemos ser un
servicio más eficaz.
Poca
gente sabe que, aunque atendemos a una franja de edad entre 0 y 18 años, a la
orientación educativa se accede por concurso-oposición dentro del cuerpo de
profesorado de Educación Secundaria. Es una anomalía que sucede desde 1990,
desde la reforma educativa de la LOGSE.
Otra
dificultad que compartimos con el funcionariado del país y con los
docentes es el de la interinidad, que en España es de un 28%. En la
comunidad de Madrid, este curso hay un total de 1470 especialistas de
orientación educativa y de ellos 1376 son interinos/as. Esto significa que el 93%
no ocupará un puesto fijo en un centro o en un equipo hasta pasados varios
cursos. Incluso cuando se obtiene la plaza, la movilidad hasta lograr tener una
plaza definitiva es de varios cursos. La falta de estabilidad en un puesto
laboral es siempre un problema, pero se convierte en un verdadero drama y en
algo absurdo e ineficaz cuando hablamos de orientación psicopedagógica. Cada
profesional interrumpe el seguimiento y la intervención en cientos de casos
individuales cada curso, dejando a las familias y a los menores sin la persona
que les atiende en unos periodos psicoevolutivos sensibles, cambiantes y
críticos. Y además, ahora, en medio de una pandemia es un disparate.
Como
ha manifestado el Consejo General de la Psicología de
España, se requiere una
mayor presencia de psicólogos y psicólogas en orientación, puesto que es allí
donde se previenen los trastornos mentales que llenarán las consultas de los
psiquiatras.
La
orientación educativa necesita una reforma profunda y dotarla de más inversión,
más personal y más recursos.
Hemos
empezado a construir la casa por el tejado y las administraciones deberían
acompañar al Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental del gobierno con otras medidas que
tuvieran en cuenta la labor de prevención que desempeñan las trincheras
educativas de la orientación.
Raquel
Barrio Lera. Psicóloga y orientadora educativa. Máster en Neuropsicología y
Educación.
Col
nº 17161
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